Antipublicidad

Hablo mucho de publicidad y consumismo ultimamente, y después de mi pequeño desliz del otro día -que, para mí, dio sus frutos musarañeros y no piqué- hoy os traigo un curioso documental colombiano sobre la antipublicidad fundamentalmente en los USA, el mayor consumidor del mundo.

Ya me enteraba de ello leyendo a la aupair bollo en USA. De cómo son estos norteamericanos, cómo viven, como exportan sus modos de vida.

Ando leyendo un libro interesante que tiene algo que ver. Se llama «Elogio de la lentitud«. Pero ya os hablo de ese libro -muy recomendable- otro día. Lo he recordado porque en este fragmento del documental que os invito a ver para abrir boca (los 7 pedazos del documental completo están en el ventanuco automático) hay una animación sobre el tiempo que, en general y un poco exageradamente, se dedica a las actividades diarias y se sugiere el vivir más lentamente. Y todo al final tiene que ver con el consumismo, el consumo de tiempo. Así consumimos nuestras vidas la gran mayoría de occidentales: trabajas para consumir. Consumes tu tiempo desperdiciándolo para conseguir dinero para consumir.

Mientras consumes no piensas y así alimentas el mecanismo de generar más dinero -se supone- y perder más el tiempo en asuntos poco importantes.

Es curioso que muchos publicistas acaben renegando de lo que les dio de comer. Como David Ogilvy, padre de la moderna publicidad, que confesaba (así comienza el documental) en sus memorias:

Cuando me jubile de Madison Avenue voy a fundar una sociedad secreta de enmascarados que viajarán por todo el mundo en motocicletas silenciosas destruyendo todos los carteles bajo la luz de la luna.

¿Cuántos tribunales nos condenarán cuando nos sorprendan realizando estos actos a favor del ciudadano?

Seguramente os sonará exagerado todo esto. En España quizá no hemos llegado a los niveles de los USA, pero vamos a ello. Globalización, lo llaman.

Y si no lo creeis, por ejemplo mirad esta noticia donde se dice que España es el país en donde más centros comerciales se van a construir en los próximos años.

Un@ siempre cree que esto va con los demás. Como el alcohólico que no cree serlo. Yo intento no meterme en ese saco, pero quién sabe el lugar exacto que ocupamos en todo este engranaje. Así se mueven las economías: fundamentalmente en la ignorancia. ¿Cuántas cosas de las que consumo no las necesito? ¿Cual es el origen de los productos que consumo? ¿Cuánta energía se ha gastado en producir este artículo que consumo? ¿Cuanto contamino en mi quehacer diario?

Uno no puede estar todo el día haciéndose estas preguntas anticonsumistas, pero sí estaría bien dedicar unos minutos a pensar un poco en nuestra forma de vida, en nuestro uso del tiempo, del dinero, de los recursos, e intentar no llegar a ciertos extremos que parece que se están alcanzando. De hecho, a cuadros me he quedado leyendo esta noticia acerca del negocio que supone la muerte en Irak. ¿Quién no sabe ya el producto de consumo y la máquina de generar riqueza para algunos que supone cualquier guerra y más ésta?

Lo importante sería detenernos un poco y ver cómo son educadas las nuevas generaciones, que no se han destetado aún y ya tienen el último modelo de teléfono móvil.

En cualquier caso, confieso que a mí el mundo de la publicidad siempre me ha llamado la atención. Más que nada como arte, como ingenio, como entretenimiento si está hecho con inteligencia y agudeza. Pero la antipublicidad alcanza cotas de imaginación insospechadas, como refleja el exito de la revista canadiense Adbusters, que además fomenta el día de no comprar nada.

Aquí os dejo con el segundo pedazo del documental. No os perdais la totalidad, donde se habla de las tendencias, la estética, el arte gráfico, el movimiento organizado, las repercusiones artísticas y mediáticas de la antipublicidad en el mundo.

Hubo una época en que se hablaba de publicidad subliminal, pero ahora de lo que se habla es de la antipublicidad. Hasta la antipublicidad acaba rigiéndose por las leyes del mercado. Como se dice en el documental: «Los publicistas son hombres de negocios que se creen poetas que revolucionan la estética«. Simplemente se trata de vender. Y como ya dije, todos vendemos algo. Pero la cosa es no saltarse una mínima ética hacia la libertad humana.

Dónde vamos a llegar.

Visto en Consume hasta morir.