Ana Carolina

Hace unos días os recuperé un viejo post sobre mi querida Ana Carolina. Hoy descubro (mágico internet) que acaba de sacar otro disco: «Dois quartos«, un disco doble (algunos lo han calificado de excesivo), un trabajo lleno de… osadía, sexo, amor, violencia?, como dicen en su web yen los medios. Entre las 24 canciones del doble tiene un duo con el conocido músico congoleño de femenina voz Lokua Kanza y también, a destacar -por la parte que me toca-, el tema «Homens e Mulheres» donde expresa su, proclamada a los cuatro vientos, sí señora, bisexualidad. Ella misma asegura que ha incorporado ahora su lado masculino a la interpretación. Si es que somos un mosaico, por mucho que quieran diferenciarnos a hombres y mujeres.

Detalle innecesario: esta chica es también diabética como yo, desde muy joven.

A ver si consigo hacerme con él, ya me entendeis, porque, claro, la tienda más cercana donde deben tenerlo es en Lisboa.

Para ver el reportaje en el periódico «O Globo»: aquí y aquí.

Para ver las letras del disco doble: aquí.

Mira que me gusta a mí esta chica… Os dejo con un par de videos: el primero, «Abismo» un duo con Jorge Vercilo y el segundo «Pra rua me levar» con Seu Jorge.

«No hay precipicios
en el vértigo del amor
Sólo descubre eso
quien se arrojó.

Mi amor es un paso de fe
en el abismo de su mirar.»

Os traduzco la letra entera de ésta, para que no digais:

«No voy a vivir como alguien que sólo espera un nuevo amor.
Hay otras cosas en el camino por el que yo voy.
A veces sólo voy intercambiando pasos con la soledad, momentos que son míos y que no saco de la mano.
Ya sé mirar el río por donde la vida pasa, sin precipitarme ni perder la hora.
Escucho en el silencio que hay en mí y basta.Otro tiempo comenzó para mí ahora.

Voy a dejar que la calle me lleve, ver la ciudad encenderse.
La luna va a bañar ese lugar y yo voy a recordarte.
Así es, pero tengo todavía muchas cosas que arreglar, promesas que me hice y que aún no cumplí.
Palabras que me aguardan, el momento adecuado para hablar, cosas mías que quizá tú ni quieras oir.»